Otra vez se falsifica la historia

01/Jun/2011

La República, Tiene la Palabra, Prof. Miguel Feldman

Otra vez se falsifica la historia

31-5-2011
TIENE LA PALABRA Señor Director de LA REPÚBLICA
Dr. Federico Fasano Mertens
Otra vez LA REPÚBLICA aunque renovada y modernizada, le cede una página entera de opinión al “ex diplomático palestino” en Argentina. Y otra vez me veo en la obligación de responder, porque no puedo aceptar como viejo docente de Historia, que las nuevas generaciones, que no vivieron personalmente ese pasado, sean engañadas y llevadas a repetir mentiras y deformaciones de la historia.
El “ex diplomático” se ha inventado una novela y de tanto repetirla cree que es verdadera (ya lo dijo Goebbels el jefe de la propaganda nazi en Alemania. “No importa que sea mentira, repite, repite mil veces que la gente creerá que es verdad”.
El articulista llora por la nakba, palabra que en lengua árabe designa a la derrota sufrida por los países árabes en 1948 cuando atacaron al recién nacido estado de Israel. Llora también por su “patria” perdida y por Jerusalén a la que llama “nuestra capital”. Son lágrimas de cocodrilo. Porque la historia es muy diferente a como él la cuenta.
Es una versión distorsionada por su amor a la guerra, su apoyo al terrorismo, por sus creencias políticas que no llevan a la paz y la convivencia entre los pueblos.
El “analista” oculta que nunca hubo un “estado palestino” incluso cuando el Islam en el 637-38 de la era cristiana, aprovechando la debilidad del Imperio Bizantino y del Imperio Persa, conquistó por la fuerza a Jerusalén. Ese territorio fue ocupado por cananeos, luego por los hebreos-judíos que crearon el Reino de Israel y de Judá, luego por los asirios de la Alta Mesopotamia, por los babilónicos que destruyeron el primer templo judío de Jerusalén, por los persas, por los greco-macedónicos, por el Imperio Romano que destruyó el segundo templo judío, por el Imperio Bizantino y luego por los árabes (de Arabia) que crearon una brillante civilización en Damasco, en Bagdad, en Córdoba (España). Ya en la Edad Media vinieron los cruzados que implantaron reinos cristianos hasta que el kurdo Saladino los expulsó, pero vinieron los mamelukos de Egipto, los turcos otomanos que gobernaron por 400 años (1517-1917).
No hay que saber mucha historia para conocer esto. Es simplemente cultura general. Pero para el articulista estos tres mil años de historia no existieron. Parece fácil ser “analista” y decir cualquier cosa.
Llegamos al siglo XX. El “analista” omite indicar que cuando el Imperio Turco fue vencido en la I Guerra Mundial (1918) su imperio fue repartido entre los vencedores franceses e ingleses. Incluso su majestad británica se dio el lujo de “inventar” dos países árabes pues le convenía al imperio. Así se amputó la Palestina histórica y se creó el Emirato de Transjordania (hoy Jordania) que pasó a ser gobernada por un hijo del rey Hussein de Arabia, y con dos provincias turcas ricas en petróleo, se creó Irak, que también pasó a ser gobernado por otro hijo del rey árabe (de Arabia).
Gran Bretaña obtuvo de la Sociedad de las Naciones (antecedente de la actual ONU) un mandato sobre Palestina que le permitió gobernar ese pequeño territorio poblado por judíos, drusos, árabes musulmanes y árabes cristianos, hasta el año 1948 en que arriaron su pabellón y se fueron.
¿Por qué terminó el mandato británico y se fueron? Esto ni lo plantea el articulista. En el marco de la descolonización siguiente a la II Guerra Mundial (Independencia de la India, por ejemplo) los judíos de Eretz Israel (Palestina) se levantaron en armas contra el imperio británico, dado que conocido ya el horror del Holocausto (Shoá) los ingleses se negaban rotundamente a permitir la entrada al mandato de los judíos sobrevivientes que no querían permanecer en ese continente europeo que tan hostilmente los había tratado y asesinado. Esa rebelión anti-imperialista no pudo ser contenida por los británicos. En 1947 elevaron el caso a la flamante ONU.
Esta creó una comisión que habló con los árabes, con los judíos, con los ingleses. Destacada participación tuvo el delegado uruguayo, el batllista Enrique Rodríguez Fabregat (más tarde co-fundador del Frente Amplio). La Comisión entendió que lo mejor era suprimir el mandato británico y permitir la creación de dos estados, uno judío y otro árabe, con el criterio geográfico de mayor densidad de población. Jerusalén iba a quedar bajo admi-nistración internacional, como sede de las tres religiones monoteístas.
Los judíos aceptaron y crearon en mayo de 1948 su Estado al que llamaron Israel, como en la época bíblica. Los árabes, en cambio, optaron por la guerra.
Y la perdieron. Si no hubiesen querido “borrar del mapa” a Israel y no hubieran provocado la guerra de 1948 no habría ocurrido la nakba, la humillante derrota. Tampoco quisieron firmar la paz con Israel y sólo firmaron acuerdos de armisticio, por los que cada bando se queda donde estaba cuando el cese de fuego, lo que, sin duda, favoreció también a los judíos.
Gaza quedó bajo mando militar egipcio y desde 1948 hasta 1967 (19 años) nadie proclamó allí un “estado palestino”. Cisjordania (Judea y Samaria) quedó en manos jordanas, incluyendo una parte de Jerusalén y tampoco de 1948 a 1967 se proclamó ningún estado palestino: por el contrario, los habitantes de la región recibieron documentos jordanos.
El “analista” se pone racista y habla de diferencias “genéticas”, se refiere a una desconocida “raíz palestina” que sólo él imagina.
Se queja de que la ONU reconoció a Israel y la admitió en su seno, desconociendo que la URSS fue el primer país en reconocerlo “de jure” lo que hicieron más tarde los Estados Unidos, Uruguay y la mayoría de los países latinoamericanos. Dice que la ONU no reconoció “en tiempo y forma” al Estado palestino ¿De qué estado habla? Los árabes fueron a la guerra en 1948 porque no querían que hubiera un estado judío en el Cercano Oriente.
Los árabes que huyeron de la guerra no encontraron apoyo en sus países “hermanos”. Fueron hacinados en improvisados campamentos de refugiados, donde se inculcó el odio a Israel a los más jóvenes. En 1970 el monarca de Jordania masacró a miles de palestinos (“setiembre negro”) Pocos se inmutaron.
Hoy, después de 63 años, considero que hay una conciencia nacional palestina y tendrán su estado cuando dejen de matarse unos a otros, cuando abandonen el terrorismo de los misiles y de los “mártires suicidas”, cuando acepten convivir pacíficamente con el Estado de Israel, que es una realidad irreversible. Habrá paz y eso será bueno para todos en el Cercano Oriente.
Deseo terminar esta nota con una reflexión sobre el periodismo. ¿Hasta cuándo LA REPÚBLICA publicará la desfiguración total de la historia que presenta el “analista”? ¿Hasta cuándo tendré que distraer mi tiempo de trabajos importantes para contestar tanta mentira y tergiversación?
No es la primera vez que esto ocurre. El dice cualquier disparate histórico, movido por su odio irracional y yo le respondo y me repito. LA REPÚBLICA quizá siga publicando estos dislates, que comprometen su integridad periodística. Este Quijote, lanza en ristre, estará si la biología ayuda, como dice Tabaré, pronto para evitar un nuevo engaño a los lectores.
PROF. MIGUEL FELDMAN